El gravel nos permite ir un poco más allá, más lejos, adentrarnos más en la frondosa naturaleza sobre dos ruedas. Nos permite, sobre todo, hacer lo que más nos apasiona: descubrir nuevas rutas, enlazando este camino con la otra pista, este pequeño río con aquel paso, el puerto de más allá con esta carretera...
Siempre con la incertidumbre de si podremos conectar un punto con el otro sin empujar la bicicleta, de si aquella fantástica pista se convertirá en un caminito de piedras punzantes donde nuestras ruedas serán incapaces de aguantar el equilibrio. Somos adictos a esta incertidumbre y a este pequeño grado de aventura. Por eso no hay mejor acompañante que la Megamo West para una salida como esta.
YO SOY DE LAS QUE PIENSA QUE TODO EL MUNDO DEBERÍA PONER UNA MONTAÑA EN SU VIDA.
La montaña nos sitúa en un momento de esfuerzo, incertidumbre, inseguridad… que la tan debatida zona de confort del día a día no nos deja ver.
La montaña nos ubica, en muchas ocasiones, en una situación incómoda, con adversidades, paciencia y constancia.
Aun así, sin dificultades y momentos inciertos no se avanza en la vida, no sería posible convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos sin estas trabas, sea en bicicleta o como sea.
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La montaña nos sitúa en un momento de esfuerzo, incertidumbre, inseguridad… que la tan debatida zona de confort del día a día no nos deja ver.
La montaña nos ubica, en muchas ocasiones, en una situación incómoda, con adversidades, paciencia y constancia.
Aun así, sin dificultades y momentos inciertos no se avanza en la vida, no sería posible convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos sin estas trabas, sea en bicicleta o como sea.
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La subida a la Torreta de l’Orri (2.437 m) es el punto culminante del macizo del Orri, y conocido popularmente como el Pic de l’Orri, a pesar de que, si hablamos en propiedad, es un pico de 1.436 metros ubicado en el mismo macizo. Así, desde San Juan de l’Erm es una subida por una pista preciosa.
La primera parte transcurre entre bosques de coníferas, de pino negro, pino rojo y abetos, donde esta época del año las setas empiezan a sacar la cabeza.
LOS AVETOS FLORECEN, LAS FLORES MULTICOLORES CONVIERTEN LOS PRADOS EN UN MANTO DIGNO DE SER OBSERVADO.
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LOS AVETOS FLORECEN, LAS FLORES MULTICOLORES CONVIERTEN LOS PRADOS EN UN MANTO DIGNO DE SER OBSERVADO.
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Donde los caballos y las vacas se fusionan, donde los potros y los novillos empiezan a hacer sus primeros pasos en la vida. Los pájaros cantan de sol a sol; parece que su canto celebre el verano que tanto ha tardado en llegar este año. De vez en cuando, vemos algún pájaro carpintero que sigue nuestras pedaladas.
Con estos sonidos embriagadores y con este espectáculo visual vamos ganando altura hasta que visualizamos el Pic de l’Orri por encima del bosque. La vegetación se va esclareciendo y la pista continúa remontando.
ZIGZAGUEANDO ACABAMOS DE HACER LAS ÚLTIMAS CURVAS.
Coronamos el Pic del’Orri, con las dos grandes antenas de telecomunicaciones que son visibles desde muchos puntos del Pirineo, puesto que se trata de una montaña totalmente aislada y situada algo más en el sur que el resto de grandes montañas del Pallars Sobirà.
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Coronamos el Pic del’Orri, con las dos grandes antenas de telecomunicaciones que son visibles desde muchos puntos del Pirineo, puesto que se trata de una montaña totalmente aislada y situada algo más en el sur que el resto de grandes montañas del Pallars Sobirà.
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Divisamos la Pica d’Estats, el Montsent de Pallars… hablamos de los recuerdos que nos traen algunas de estas cumbres, comemos, nos abrigamos y continuamos nuestra ruta.
Una pista sombría, bastante rota, toda en constante descenso, nos llevará hasta el pueblecito de Vilamur. El calor empieza a hacer estragos y aprovechamos para avituallarnos en un bar del mismo pueblo.
SEGUIMOS SUMANDO MÁS METROS DE DESNIVEL.
Con 1000 metros positivos ya pedaleados, tenemos que continuar hasta llegar al Port del Cantó.
Seguimos por los senderos que nos harán acumular 1000 metros más de desnivel, el encuentro con un par de ciervos asustadizos, la parada al pueblecito de Freixa donde nos refrescamos en una fuente que brota con intensidad… todo va sumando encanto a la ruta.
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En el Port del Cantó, empiezan a caer las primeras gotas. Es aquel momento en el que las piernas se activan y pedaleamos algo más rápido a pesar del cansancio. Pasamos por delante del Refugio Comas de Rubió y continuamos por pistas con muy buen estado hasta San Juan de l’Erm, punto final de esta magnífica vuelta circular, que se ubica buena parte de ella en el Parque Natural del Alto Pirineo.
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En el Port del Cantó, empiezan a caer las primeras gotas. Es aquel momento en el que las piernas se activan y pedaleamos algo más rápido a pesar del cansancio. Pasamos por delante del Refugio Comas de Rubió y continuamos por pistas con muy buen estado hasta San Juan de l’Erm, punto final de esta magnífica vuelta circular, que se ubica buena parte de ella en el Parque Natural del Alto Pirineo.
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